Testimonio
Soy Yolima Restrepo Cortés
Llegue al Hogar Bohío de María cuando tenía 7 años y me retire a mis 26 años, estas fueron mis palabras de despedida:
Fueron casi 20 años llenos de aprendizaje, crecimiento, formación y personas especiales en mi vida, que hicieron de mi la mujer que soy, con la capacidad de emprender grandes logros, de hacer realidad sus pensamientos y comprender que somos diferentes.
En el Hogar Bohío de María, aprendí desde sumar, restar, leer, escribir hasta expresarme y valorar las maravillas que Dios me dio. Me crie con una gran familia aunque todos muy diferentes pero unidos para hacer de nuestras vidas un mejor horizonte.
Por mi vida han pasado personas muy valiosas que entraron y dejaron una gran huella, a ellas mi mayor agradecimiento.
A mi mamá por ser la mujer más valiente del mundo y por haber confiado mi crianza al Hogar.
Al Padre Jorge que con su dedicación y apoyo a la sociedad me dio la oportunidad de hacer la diferencia en mi crecimiento, aprendizaje y capacidades, él hizo de mí una mejor persona y es mi ángel de la guarda. A él, que ha sido mi protector, mi papá, mi ejemplo a seguir, mi consejero y jefe. Del cual admiro su capacidad de entrega sin esperar nada a cambio, su inteligencia, sabiduría, comprensión y sobre todo su don de gente.
A Yamile Villa, Directora del Hogar, le agradezco cada consejo, cada momento que me escuchó y me enseñó a mirar mis dificultades con los ojos de valiente y a saber que es necesario tener la mirada fija en las cosas que se quieren, teniendo presente que para llegar a ellas es necesario ser responsable, dedicado y respetuoso.
A Edilma Estrada, Coordinadora del Hogar, le agradezco todas sus enseñanzas de limpieza y orden, de responder por cada uno de mis actos y de saber que hay un amor que se tiene por las personas y que nunca se olvida.
A mis formadores y compañeros, quienes con su compañía y aportes me ayudaron a construir mis expectativas de vida y a sentir que se tiene una familia con muchas diversidades pero con algo en común, realizar nuestros sueños.
A las niñas de la etapa cuatro, les agradezco inmensamente su acogida y compañerismo, más que haber compartido con ellas, fue saber que es necesario tener claro lo que se quiere y encontrar la manera de ayudar a otros.
A mi comunidad preferida San Jorge, gracias por su amor, sonrisas, abrazos y grandes historias que hicieron de mis ratos libres un cuento entretenido y descomplicado.
A Juan Esteban, mi hermanito de crianza (el que aparece conmigo en la foto) por despertar en mí ese sentimiento de hermandad y entrega desinteresada. Al principio fue quererlo mucho y enseñarle todo para que pasara de primero de primaria, después fue quererlo como si fuera, mi hermano de sangre y luego fue saber que deje una semilla sembrada en su corazón para que cada día sea mejor.
A las grandes amigas que me dejó el Hogar, a ellas mil y mil gracias por crecer conmigo, ayudarme a mejorar mis errores y compartir mis aciertos y desaciertos.
A las directivas de la Fundación por ayudarme a crecer profesional y laboralmente, por su apoyo y confianza.
A mis compañeros y amigos de trabajo por enseñarme a trabajar en equipo y por dedicarme su tiempo en mis redacciones, diseños, charlas y buenos consejos.
A Luz María y familia por todo su amor y por hacerme parte de su familia.
Al grupo de Voluntarias por apoyar mi crecimiento profesional y personal.